En todos los años que he estado en Canadá, nunca había experimentado un invierno como este, algo que realmente me hizo considerar el valor de la vida. 
La adaptación y resiliencia de la que somos capaces los seres humanos nunca deja de asombrarme. Para mí, la resistencia de la naturaleza misma y también la resistencia de la naturaleza humana, (nuestra resistencia a perecer), siempre ha sido motivo de gran admiración. 
Esa admiración me ha llevado a deambular diferentes caminos. Por eso decidí documentar y crear esta serie fotográfica cuando me embarqué en un viaje no solo a un espacio escasamente habitado, sino también a mi propio vacío existencial con una enorme lista de preguntas sin respuesta. 
Esas preguntas filosóficas sobre qué es realmente la vida y qué no parece importar. Una búsqueda que me ha llevado al punto más septentrional que se puede alcanzar en esta parte del mundo y el hecho de que la respuesta sea otra interrogante solo me permite admirar la poesía visual que me rodea, paisajes tan inhóspitos y tan hermosos a la vez. . . . . .

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